Instrumentalización de las agendas indigenas a través de los "indigenismos" en América Latina.
Las
dos lecturas de la semana pasada me llamaron la atención porque ambas,
nuevamente, analizan las relaciones de poder que involucran a grupos subalternos. En “El
Pasado Precolombino Como Proyecto: Miguel-León-Portilla y el Hispanismo”,
Ignacio Prado aborda la obra de Portilla en sus estudios indígenas, que toman
un enfoque inspirado en la obra de Bernardino de Sahagún, quien defendió el
papel de la lengua española. en la construcción del proyecto nacional México,
que incluye la integración de diferentes grupos indígenas y el rescate de la
cultura precolombina.
Según
Sánchez-Prado, el trabajo de Portilla es problemático porque se basa más en
testimonios de colonos blancos que en un archivo auténticamente indígena, y en el
hecho de que el idioma español sigue siendo un instrumento unificador de la nación mexicana, que es fuertemente estratificada y liderada por una élite blanca,
así como muchos otros paises en América Latina. "Nación" y
"estado" son, de hecho, términos occidentales. Además, el estado
liberal tiene una estructura racializada por naturaleza, ya que países como
Francia, Portugal, Inglaterra y España difícilmente se hubieran convertido en
naciones industrializadas sin haber racializado y explotado a los indígenas
americanos y a los pueblos africanos a lo largo de los siglos.
Cuando
un estado liberal adopta un discurso de afirmación de grupos subordinados, un
estado racializado en su estructura y dominado por una élite blanca que no
quiere perder sus privilegios, está instrumentalizando la (s) causa (s) para su
propio beneficio. Esto sucedió no solo en México, sino también en países como
República Dominicana y Brasil. La ironía con respecto a la República Dominicana
es que la élite intelectual y política ha adoptado el indigenismo para
describir a su gente, pero la cuestión es que ¡prácticamente no hay indigenas en
la isla Hispaniola! Sin embargo, este discurso tiene un intento de borrar la
africanidad del imaginario nacional, y tiene cierto éxito, ya que muchos
dominicanos con rasgsos más africanos no se consideran negros, sino
mestizos o "trigueños".
En
Brasil, el intento de promover la
imagen del indio sucedió de manera algo similar en cuanto a reducir la
presencia de negros y promover una imagen distorsionada del indígena en el imaginario, el “noble
salvaje.” Este personaje está presente en muchas ficciones fundacionales como en
las del escritor José de Alencar. Hoy en día, mientras se enseña en las
escuelas brasileñas que el indio vive en paz y armonía entre sí y con la
naturaleza, cazando y pescando, el estado brasileño ha demostrado el más
absoluto desprecio por estos pueblos, trabajando con los grandes lobbies de la
madera, del ganado y la soja, sin respetar a tierras indígenas demarcadas y destruyendo
biomas como la Amazonia.
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