El problema personal de la escritura y la academia

 Lorena Mosquera

SPAN 785

1 de octubre, 2021


 Sobre la escritura y la academia

 

Quiero tomar este espacio para compartir mis reflexiones sobre el proceso de escritura a nivel académico.

A mi entender, hay dos formas casi opuestas de concebir la escritura: como vivencia personal y como adaptación educativa. La escritura es muchas cosas para mí; es expresión de mi pensamiento, es conexión con mis seres queridos, es reflexión y libertad. Pero también es obligación. Muchas veces eso se convierte en placer. Aunque, otras veces, no es más que sujeción: estar obligado a. Si bien eso nunca ha llegado a limitar mi interés por la escritura, sí lo ha socavado en distintas etapas de mi vida. Estas dos formas de entender la escritura requieren tomar decisiones sobre aspectos y temas, escribir y corregir, pero muchas veces el producto académico no me causa interés alguno. Reviso mis correcciones y apuntes, de lo que me interesa, múltiples veces, pero no de aquello que me he visto forzada a escribir. Muchas veces esos escritos terminan en la caja del reciclaje. Estas dos formas de entender la escritura deberían tener el mismo proceso de producción, pero siempre siento una marcada división entre ellas.

Lo anterior me lleva a cuestionarme si ¿hay de verdad una obligación de escribir? La “obligación” por escribir proviene siempre, en mi caso, de la academia y de su intento por proyectar una visión determinada a través de un programa que la haga diferente y única. Esto no es necesariamente algo negativo, pues cada estudiante graduado busca ávidamente un programa que responda a sus intereses. Es la guía de ese programa la que debe ayudarlo a conseguir sus proyectos. Sin embargo, mi experiencia ha sido algunas veces distinta. Algunos programas se han visto presionados a cambiar áreas de investigación, porque el mercado ya no las percibe como importantes. En algún punto, me vi llevada a aceptar que escribir sobre la experiencia de la escritura y producción femenina en los años sesenta, no tenían el valor que yo le daba. Pero mi primera decepción había llegado antes, cuando no encontré ningún profesor que guiara mi tesis en el pregrado, lo que terminó en una feliz coincidencia, pues a cambió encontré un camino valioso. Sin embargo, la segunda vez no produjo ningún otro camino. Escribí múltiples borradores y nunca sentí ningún aprecio por uno solo de ellos. Tan solo abrir aquel documento me producía una ansiedad terrible. Estaba obligada a escribir.

Hoy en día no siento que la academia me obligue a escribir, pero siento la presión por enfocarme en obtener una nota, más que en producir algo que ayude a la construcción de mis intereses. Después del infinito fiasco de terminar una tesis de postgrado y hacer absolutamente nada con ella, no he vuelto a escribir por obligación. Hoy en día, considero que todo lo que escribo es un aporte para mí misma. Lingüística, literatura, historia, otra lengua… todo aporta a un proceso de apropiación de mi escritura.

Para finalizar, solo quiero decir que los estudiantes debemos encontrar un balance entre lo que pide la academia y nuestros intereses. No es posible negarse a entender algo o explorar nuevos conocimientos solo porque lo desconocemos. Creo que la "obligación" de escribir sobre intereses ajenos es también una oportunidad para mejorar y no escribir "shitty drafts"1, sino seguir con un proceso de escritura y aprendizaje.


1. Alusión al texto de Anne Lamott "shitty first drafts"


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